“Todos los problemas de la humanidad se deben a que el hombre es incapaz de permanecer callado en una habitación.” —Blaise Pascal, 1654.
Parte I: Mente
“La mente es inquieta, Krishna, impetuosa, obstinada, difícil de educar: dominarla es tan complejo como gobernar los vientos huracanados” —Bhagavad Gita.
El ámbito de la mente
Está presente
“¡No confíes en un bello futuro! ¡Que el pasado sepulte a sus muertos! ¡Actúa en el presente indudable! ¡De todo corazón y con Dios dentro!” — Henry Wadsworth Longfellow
En vez de contemplar el atardecer, le tomamos una fotografía.
No vivimos el momento. De hecho, hacemos cuanto podemos para salir de él, y entonces pensamos, hacemos, hablamos, nos preocupamos, tenemos esperanzas, lo que sea. Pagamos miles de dólares con tal de cargar en la bolsa un dispositivo que garantice que no nos aburramos nunca. Asumimos interminables actividades y obligaciones, perseguimos logros y dinero, con la ingenua creencia de que eso nos dará felicidad.
Entre menos energía desperdiciemos en lamentar el pasado o preocuparnos por el futuro, más tendremos para lo que está frente a nosotros.
No rechaces un momento difícil o aburrido porque no es como quisieras. No pierdas un momento hermoso porque eres tímido o inseguro. Haz lo que puedas con lo se te ha dado. Vive lo que puede vivirse. Esto es la excelencia. Lo que la presencia hace posible.
[…] nadie puede hacer su mejor esfuerzo si su mente está en otra parte.
Limita tus entradas de datos
“La abundancia de información genera escasez de atención.” — Herbert Simon.
“Si deseas ser mejor”, dijo Epicteto, “muéstrate incapaz o incompetente en materias que no son de tu incumbencia.”
[…] resulta muy difícil pensar o actuar con claridad (y qué decir de ser felices) cuando estamos ahogados en información.
Dice Marco Aurelio en sus Meditaciones: “Pregúntate a cada momento: ‘¿Esto es necesario?’”
Tu primera y más relevante tarea es que sepas en qué no debes pensar. Qué debes ignorar y no hacer.
Si deseas que la salida posea calidad, vigila las entradas.
¡Tanto ruido, tanta información, tantas novedades! Tenemos al silencio. Nos da miedo parecer estúpidos. Tememos perdernos algo. No queremos ser el tipo antipático que dice: “No, no me interesa”. Preferimos ser infelices a priorizarnos y ser nosotros mismos. A estar tranquilos… y a cargo de nuestra dosis de información.
Vacía tu cabeza
“Vaciarse es hacerse uno con lo divino: éste es el Camino.” — Awa Kenzo.
Enfrentes lo que enfrentes y haga lo que hagas, no te derrotes a ti mismo. No lo vuelvas más difícil pensando demasiado, con dudas innecesarias o cuestionándote después.
El espacio entre tus orejas te pertenece. Controla no sólo lo que entra en él, también lo que sucede allí. Protégelo de ti, de tus pensamientos. No con fuerza bruta sino con gentileza y persistencia. […] Porque la mente es importante y sagrada. Mantenla impoluta y despejada.
Serénate y piensa a fondo
“Con mi ojo bueno veo lo que está frente a mí, y con el malo lo que está oculto.” — Alice Walker.
Hay respuestas que deben pescarse en las profundidades . ¿Y en qué consiste pescar sino en apaciguarse? ¿ En relajarse y sintonizar con el entorno? ¿ Y al final atrapar y sacar lo que acecha bajo la superficie?
Lleva tu diario
“Carga un cuaderno. Viaja con él, come con él, duerme con él. Úsalo para sacudir cada sinsentido que se agite en tu cerebro.” —Jack London.
Cultiva el silencio
“Todas las cosas profundas, y las emociones de las cosas, son precedidas y atendidas por el silencio. […] El silencio es la consagración general del universo.” — Herman Melville.
“El pensamiento sólo opera en el silencio”, dijo el escritor Thomas Carlyle. Si queremos pensar mejor, debemos aprovechar esos momentos de silencio. Si deseamos más revelaciones —más discernimientos, adelantos o grandes y nuevas ideas— tenemos que generas las condiciones para que se presenten. Debemos abandonar el confort de las distracciones y estimulaciones ruidosas. Empecemos a escuchar.
Todos debemos cultivar en nuestra vida momentos como ésos, en los que limitemos nuestras entradas de datos y bajemos el volumen para que tengamos acceso a una conciencia más profunda de lo que acontece a nuestro alrededor. Si nos callamos —así sea por un periodo breve— podremos oír lo que le mundo intenta decirnos o lo que queremos decirnos a notros mismos.
Persigue la sabiduría
“La imperturbable sabiduría lo vale todo.” —Demócrito.
Cada escuela tiene una postura propia sobre la sapiencia, pero en todas aparecen los mismo temas: la necesidad de hacer preguntas, la necesidad de estudiar y reflexionar, la importancia de la humildad intelectual y el poder la experiencia —y del fracaso y el error en particular— para abrir nuestros ojos a la verdad y la comprensión. De esta manera, la sabiduría es una noción del todo, la acumulación de experiencias y la capacidad de elevarse sobre los prejuicios, justo las trampas que apresan a quienes son perezosos para pesar.
Aceptemos la duda. Saboreémosla. Sigámosla dondequiera que nos lleve. Porque del otro lado esta la verdad.
Busca la seguridad en ti mismo, evita el ego
“Evita que tu ego esté tan cerca de tu puesto que, cuando lo pierdas, tu ego caiga con él.” —Colin Powell.
Las personas seguras saben qué es lo que realmente importa. Saben cuándo ignorar las opiniones de los demás, no alardean ni mienten para avanzar (sin cumplir más tarde sus nuevas responsabilidades). La seguridad es libertad para fijar tus propias normas y librarte de la necesidad de demostrar tu valor. Una persona segura no teme al desacuerdo y no ve el cambio —de una opinión incorrecta a una correcta— como una admisión de inferioridad.
Si sufres cada vez que las cosas no salen como querías, si no puedes disfrutarlas cuando resultan de tu gusto porque las tiñes de dudas e inseguridad, tu vida será un infierno.
No alimentes tu inseguridad. No alimentes delirios de grandeza. Ambos son obstáculos contra la quietud. Muéstrate seguro. Te lo has ganado.
Suéltate
“La acción realizada con ánimo de recompensa es inferior en mucho a la acción que se realiza en el yoga de la sabiduría. Busca, pues, la salvación en el saber de la razón. ¡Cuán pobres quienes obran para hallar recompensa!” —Bhagavad Gita.
Lo que necesitamos en la vida, las artes, los deportes, es relajarnos, volvernos flexibles, llegar a un estado en el que nada se interponga en nuestro camino, incluida nuestra obsesión con ciertos resultados.
Por paradójico que parezca, el dominio del ámbito mental require que abandonemos la rigidez de la palabra dominio. Conseguiremos la quietud que necesitamos si dirigimos nuestra atención a los pasos particulares, si abrazamos el proceso y renunciamos a la persecución. Pensaremos mejor si no pensamos tanto.
Sobre lo que sigue
“En una mente disciplinada, el corazón pasa pronto del temor al amor.” —John Cage.
Parte II: El Espíritu
“La mayoría de nosotros nos sobrecogeríamos de temor si nuestro cuerpo se paralizara, y haríamos todo lo posible para evitarlo, pero no mostramos la menor interés por la parálisis de nuestra alma.” — Epicteto
El ámbito del espíritu
“¿De qué le vale a un hombre ganar el mundo si pierde su alama?”, preguntó Jesús a sus discípulos.
Podrías gobernar ciudades o un gran imperio, peor si no te controlas a ti mismo, todo será en vano.
Elige la virtud
“La esencia de la grandeza es la percepción de que basta con la virtud.” —Ralph Waldo Emerson.
Si el concepto de “virtud” te parece un poco presuntuoso, considera la evidencia de que una vida virtuosa vale por si misma. Nadie tiene menor serenidad que quien no sabe lo que es bueno o malo. Nadie se abruma más que quien, en ausencia de un código moral, se agota en cada decisión y considera cada tentación. nadie se siente peor consigo mismo que el estafador o el mentiroso, aun si se le colma de premios respuesta de sus engaños y falacias. La vida carece de sentido para quien decide que sus decisiones no tienen importancia.
Donde hay virtud, hay belleza y felicidad.
Cada uno de nosotros debe cultivar un código moral, un alto estándar que ame más que la vida misma. Cada uno debe preguntarse: ¿Qué es lo más importante para mí? ¿Cuál es el costo mismo de mi vida? ¿Cómo voy a vivir y por qué? […] Debemos conocer las respuestas si anhelamos el sosiego (y la fortaleza) que emerge de nuestra virtud.
Cuando los demás tema y sean tentados, seremos virtuoso. Estaremos tranquilos.
Sana a tu niño interior
“El niño en mí está quieto… y a veces no tanto.” —Fred Rogers.
Da más. Da lo que no tuviste. Ama más. Olvida la historia antigua. Supérala si puedes.
Cuídate del deseo
“Cada hombre tiene una pasión que corroe su corazón, como cada fruto tiene su gusano.” —Alexandre Dumas.
Una persona esclavizada por sus impulsos no es libre, sea un plomero o el presidente.
Tener un impulso y resistirlo, examinarlo y dejarlo pasar como un mal olor: así desarrollamos nuestra fortaleza espiritual. Así seremos lo que queremos ser en este mundo. Sólo quienes se dan el tiempo de explorar, cuestionar y extrapolar las consecuencias de sus deseos tienen la oportunidad de vencerlos e impedir el arrepentimiento de consentirlos. Sólo ellos saben que el auténtico placer reside en tener un alma fiel y estable, segura y feliz.
¡Basta!
“La historia no relata ningún caso en el que un conquistador se hay excedido en conquistas.” —Stefan Sweig.
“Nada es suficiente para el hombre quien lo suficiente es muy poco.” —Thomas Traherne.
Éxito, dinero, fama, respeto. Esto no hará jamás que una persona se sienta satisfecha.
Nunca te sentirás bien por la vía de los logros externos. La satisfacción viene de adentro. De bajarse del tren. De ver lo que ya tienes, lo que siempre has tenido.
¿Qué es lo que más queremos en la vida? Ésa es la pregunta. No éxitos. No popularidad. Los momentos en que nos sentimos satisfechos. Más presencia, más claridad, más perspicacia, más verdad. Más quietud.
Báñate en la belleza
“De cara a lo sublime sentimos un estremecimiento […], algo demasiado grande como para que la mente lo abarque. Por un momento nos saca de nuestro engreimiento y nos libra del mortífero control del hábito y la banalidad.” —Robert Greene
Por eso los filósofos deben cultivar el ojo del poeta, la capacidad de ver belleza en todas partes, aun en lo banal o lo terrible.
No permitas que la belleza de la vida se te escape. […]. Aun cuando nos enfrentemos a la muerte en guerras sin sentido, aun cuando nos matemos a nosotros mismo en un trabajo sin sentido, podemos detenernos y bañarnos en la belleza que nos rodea, siempre. Deja que te calme, deja que te limpie.
Acepta un poder superior
“La mediocridad no sabe de nada más que ella misma.” —Arthur Conan Doyle.
No hay quietud en la mente que sólo piensa en sí misma, ni habrá nunca paz en el cuerpo y el espíritu que siguen todos sus impulsos y no valoran otra cosa que a sí mismos.
Tenemos tan poco control sobre el mundo que nos rodea, tantos sucesos enigmáticos lo crearon, que resulta casi exactamente los mismo que si hubiera un dios. El objetivo de esta creencia es en cierto modo anular la mente. Aquietarse y ponerla en su verdadera perspectiva. Suele decirse que aceptar un poder superior es “permitir que entre en tu corazón”. Eso es todo. Consiste en que rechaces la tiranía de tu intelecto, de tu experiencia observacional inmediata, y aceptes algo más grande, más allá de nosotros.
Forja relaciones
“No hay dicha en poseer algo valioso, a menos que tengas con quién compartirlo.” — Séneca
La noción de que el aislamiento, la total concentración en el propio impulso, te conducirá a un supremo estado de iluminación no sólo es falsa, también pasa por alto lo obvio: ¿a quién le importa que hagas todo eso? Tu casa podría estar más tranquila sin hijos, y sería más fácil trabajar largas horas sin alguien que te espere a cenar, pero ésos son un silencio hueco y una calma vacía.¿Pasar nuestros días en busca únicamente de nosotros mismos? ¿Pensar que podemos o debemos hacer eso solos? ¿Acumular maestría, genio, riqueza o poder para nuestro beneficio exclusivo? ¿Qué caso tiene? Solo somos una fracción de lo que podemos ser. Solo nos falta algo y, peor aún, lo sentimos en la médula de los huesos. Por eso la quietud require a otras personas. De hecho, es para ellas.
Vence la ira
“Más vale ser paciente que valiente; más vale vencerse uno mismo que conquistar ciudades.” —Proverbios 16:32
Todos somo uno
“Todo lo que contemplas, lo cual comprende tanto a dioses como a los hombres, es uno: somo parte de un inmenso cuerpo.” —Séneca
Sobre los que sigue
“Pocos se extravían si se conducen con moderación.” —Confucio.
Parte III: El Cuerpo
“Todo somos escultores y pintores, y nuestro material es nuestra carne, sangre y huesos.” —Henry David Thoreau.
El ámbito del cuerpo
Nadie puede descuidar el último ámbito de nuestro viaje a la quietud, lo que hacemos con nuestro cuerpo, lo que ponemos dentro de él, dónde habitamos, qué tipo de rutina y horario tenemos. Cómo hallamos tiempo libre y alivio de las presiones de la vida.
Si no nos ocupamos físicamente de nosotros, no nos equilibramos de manera apropiada, por fuertes que seamos de mente o espíritu.
Di que no
“Las ventajas de la no acción pocos en el mundo las alcanzan.” —Daodejing.
No resuelves un laberinto apresurándote por él. Debes detenerte y pensar. Caminar despacio y con atención y contener tu energía, o de lo contrarío te perderás sin remedio. Lo mismo puede decirse de los problemas que enfrentamos en nuestra vida.
Quien piensa que no es nada ni importa porque no hace nada por unos días se priva de quietud, sí, pero también se cierra al plano superior que se deriva de ello.
Quizá no sea muy virtuoso decir “Lo siento, no puedo” cuando sí puedes, pero no quieres; pero ¿es cierto que puedes? ¿De verdad puedes hacerlo? ¿No perjudicas al final a los demás cuando constantemente te esfuerzas demasiado?
Piensa siempre en lo que en verdad se espera de ti, porque la respuesta suele ser que se espera una parte de tu existencia, usualmente a cambio de algo que ni siquiera deseas. Recuerda que tu tiempo es tu vida, tu carne y sangre, y que nunca lo recuperarás.
En cada situación pregúntate: ¿En qué consiste esto? ¿Por qué importa? ¿Lo necesito? ¿Lo quiero? ¿Cuáles son sus costos ocultos? ¿Recordaré con gusto en el futuro hacer esto? Si jamás me hubiera enterado —si la petición se hubiera perdido en el correo, si no me localizaran—, ¿habría sentido que perdía algo?
Cuando sabemos a qué decir no, podemos decir sí a lo que importa.
Da un paseo
“Las ideas que tenemos cuando caminamos son las únicas que tienen valor.” —Friedrich Hietzsche.
La clave para un buen paseo es estar consciente. Estar presente y abierto a la experiencia. Haz a un lado to teléfono. Haz a un lado los apremiantes problemas de la vida. o desvanécelos conforme caminas. Mira tus pies. ¿Qué hacen? Advierte que se mueven sin esfuerzo. ¿Eres tú quien lo hace o ellos se mueven por sí solos? Oye las hojas que crujen bajo tus pies. Siente la presión de tus pasos en el suelo. Inhala, exhala. Piensa en quién pudo recorrer ese mismo sendero siglos antes que tú. Considera a la persona que colocó el asfalto sobre el que caminas. ¿Qué habrá sido de ella? ¿Dónde se encontrará ahora? ¿En qué creía? ¿Qué problemas tuvo? Cuando sientas el tirón de tus responsabilidades o el deseo de verificar el estado del mundo exterior, esfuérzate un poco más. Si te encuentras en un camino que ya conoces, da una vuelta súbita en una calle o colina arriba, donde no hayas estado antes. Siente la novedad de tus circunstancias, embébete de lo que no has probado aún. Piérdete, vuélvete inaccesible, avanza con lentitud.
En nuestra búsqueda de la belleza y lo bueno en la vida, haríamos bien en salir a vagabundear. En un intento por soltar una parte más profunda de nuestra conciencia y tener acceso a un alto nivel de la mente, haríamos bien en mover el cuerpo y promover la circulación de la sangre.
Establece un rutina
“Si una persona empeña un poco de energía en seguir un ritual y las normas de la rectitud, se le devolverá duplicada.” —Xunzi.
La verdad es que una buena rutina no es sólo un fuente de confort y estabilidad; es también el fundamento que hace posible un trabajo estimulante y satisfactorio.
Eisenhower definió la libertad como la oportunidad para ejercer la autodisciplina. De hecho, la libertad, el poder y el éxito requieren autodisciplina, porque sin ella, aparecen el caos y la complacencia. Entonces la disciplina es esencial para conservar nuestra libertad.
Cuando nuestro pensamiento está vacío y el cuerpo se entrega por completo a la actividad, realizamos nuestro mejor trabajo.
No existe ser humano más desdichado que aquel para quien lo único habitual es la indecision, para quien encender cada puro, beber cada copa, la hora de levantase y acostarse cada día y el inicio de cada labor son objeto de constante deliberación de la voluntad. — William James.
Cuando automatizamos los cosas triviales de la existencia también volvemos automáticas las decisiones buenas y virtuosas, liberamos recursos con los cuales podemos llevar a cabo una acción relevante y significativa. Ganamos espacio para la paz y la quieted, y por lo tanto volvemos accesibles e inevitables lo mismo un buen trabajo que buenos pensamiento. Para hacer posible eso, debes comenzar ahora y poner en orden tu casa. Organiza tu día. Limita tus interrupciones. Limita el número de decisiones que debes tomar. Si puedes hacer esto, las pasiones y las molestias te darán menos dificultadas. Porque serán excluidas.
Un maestro tiene el control. Un maestro posee un sistema. Un maestro convierte lo ordinario en sagrado. También nosotros debemos hacerlo.
Deshazte de cosas
“Porque la propiedad es pobreza y temor; sólo poser algo y abandonarlo significa un propiedad sin preocupaciones.” —Rainer Maria Rilke.
“El caballero hace cosas por sus sirvientes. El mezquino es un sirviente de las cosas.” —Xunzi.
[…], la independencia mental y espiritual importa poco si las cosas que poseemos en el mundo físico acaban por poseernos a nosotros.
Vivir por encima de tus recursos —como podría atestiguarlo Churchill— no es nada glamoroso. Detrás de las apariencias, resulta agotador. Además es peligroso. La persona que teme perder sus cosas, cuya identidad se envuelve entre sus pertenencias, les da una ventaja a sus enemigos. Es demasiado vulnerable a la suerte.
[…] los filósofos se han interesado siempre en que reduzcamos nuestras necesidades y limitemos nuestras posesiones. […] entre más poseemos, más controlamos, menos espacio tenemos para movernos e, irónicamente, menos tranquilos estamos.
No eses tu dinero para adquirir soledad, dolores de cabeza o prestigio.
Lo importante es el recuerdo. Lo que cuenta es la experiencia. Puedes tener acceso a esto cada vez que quieras, ningún ladrón podrá private de ello.
Actúa. Sal por encima de tus cosas. Deshazte de ellas. Regala lo que no necesites. Naciste libre: de cosas y de cargas. Pero desde la primera vez que tu diminuto cuerpo fue medido para hacerte un prenda, la gente te ha añadido objetos. Y tú has agregado eslabones a esas cadenas.
Busca la soledad
“Un mundo sobrepoblado piensa que la solidad siempre es triste, y buscarla es una perversión.” —John Graves
La gente no tiene suficiente silencio en su vida porque no tiene suficiente soledad. Y no tiene suficiente soledad porque no busca ni cultiva el silencio. Este círculo vicioso impide la quietud y la reflexión, y luego ahora las buenas ideas, que casi siempre surge en soledad.
Sé un ser humano
“El trabajo es la causa por la que mueren los caballos. Todos deberían saberlo.” —Aleksandr Solzhenitsyn.
Sí, hay pureza y significado en que pongas lo mejor de ti en lo que haces, pero la vida es más una maratón que un sprint.
Trabajar no te hará libre. Te matará, si no te cuidas.
Es ser humano, no hacer humano, por una razón. Moderarte, estar presente, conocer tus límites. Ésa es la clave. El cuerpo que cada uno de nostros posee es un regalo. No lo mates trabajando. No lo agotes. Protege ese don.
Ve a dormir
“Hay un momento para la muchas palabras y hay un momento para dormir.” —Homero, Odisea.
La gente dice: “Descansaré cuando muera”, y entretanto apresura su muerte, en sentido literal y figurado.
¿Felicidad? ¿Quietud? ¿Disfrutar de la soledad o la belleza a tu alrededor? Eso está fuera de toda cuestión para quien se siente molido de tanto trabajar.
[…] la falta de sueño incrementa el pensamiento repetitivo negativo. Abusar del cuerpo hace que la mente abuse de sí misma.
Si deseas paz, sólo hay una forma de conseguirla. Si deseas ser lo mejor que puedas, sólo hay una forma de conseguirlo. Ve a dormir.
Busca un pasatiempo
“La pregunta principal es con qué actividad se ocupa el tiempo libre.” —Aristóteles.
El ocio no es ausencia de actividad sino lo contrario. Lo ausente es una justificación externa; no puedes dedicarte al ocio a cambio de una remuneración, ni para impresionar a la gente. Tienes que hacerlo por ti.
“Si un acto fatiga tu cuerpo pero alivia tu corazón”, dijo Xunzi, “practícalo.”
Claro que el ocio puede convertirse con facilidad en un escape, pero tan pronto como eso sucede deja de ser ocio. Cuando hacemos de algo relajante una compulsión, ya no es ocio, porque no lo elegimos.
En el ocio, estamos con nosotros mismos. Estamos presentes. […] Es la humildad de reconocer que no somo buenos en algo o que somos principiantes, aunque confiamos en el proceso.
Practicar bien el ocio —estar presentes, estar abiertos, ser virtuosos, estar en sintonía— es difícil. No debemos convertirlo en un trabajo, en otra cosa que dominar y mediante la cual dominar a los demás. Debemos ser disciplinados en nuestra disciplina y moderados en nuestra moderación. La vida es equilibrio, no oscilar de un polo a otro.
No hay motivo de culpa en el ocio, no es una imprudencia. Es una inversión. Hay provecho en las actividades que no persiguen ningún propósito; ése es su propósito.
Cuídate del escapismo
“¡Ay de mí! ¿Volveré a la rabia y la desesperación infinitas? Volveré al infierno, yo soy el infierno.” —John Milton.
[…] no puedes huir de la desesperanza. No puedes escapar de problemas que existen en tu mente y tu espíritu. No puedes huir de tus decisiones; sólo puedes remediarlas con mejores decisiones.
Con frecuencia, sin embargo, el frenético o el desdichado piensan que una huida —química o literal— es positiva. […] Pero cuando pase el efecto, ¿qué quedará?
Lo único de lo que no puedes escapar en tu vida es de ti. Quien haya viajado lo sabe. Llevamos como equipaje algo más que nuestras maletas.
Un boleto de avión, una píldora o una planta medicinal es una caminadora, no un atajo. Lo que buscas sólo llegará si te sientas y hacer el trabajo, si te examinas con paciencia y auténtica conciencia de ti. Debes serenarte bastante para saber qué sucede. Permite que el agua fangosa se asiente. Esto no sucederá si corres de un lado a otro, si llenas tu horario con todas las actividades que se te ocurran para no tener que pasa un solo momento con tus pensamientos.
Desconectarte no resuelve nada. Sintoniza. Si la verdadera paz y claridad es lo que buscas en esta vida —y es lo que mereces, por cierto—, debes saber que la encontrarás cerca, no lejos. Aférrate, como dijo Emerson, vuélcate en ti, permanece en tu sitio. […] Conócete a ti mismo. Forja un vida de la que no necesites escapar.
Actúa con valentía
“Ver gente que hace algo cuando se da cuenta de una necesidad es el mundo… Ésos son mis héroes.” —Fred Rogers.
La quietud no es un pretexto para apartarse de los asuntos del mundo. Muy por el contrario: es una herramienta para que hagas más bien en favor de más personas.
Si ves un fraude y no gritas “¡Fraude!”, ha dicho el filósofo Nassim Taleb, eres un fraude. Peor todavía, te sentirás un fraude. Y jamás te sentirás orgulloso, feliz ni seguro.
Zambúllete cuando oigas un grito de ayuda. Sal de ti cuando veas necesidad. Practica actos de bondad siempre que puedas. Porque tendrás que buscar la manera de soportarte si no lo haces.
Sobre el último acto
“Así como un día bien vivido procura un sueño feliz, una vida bien empleada procura un muerte feliz.” —Leonardo Da Vinci.